Posts Tagged ‘relaciones sexuales’

El verdadero Diablo de mi Guarda y el inquietante demonio del deseo

“Los buenos son los que se contentan con soñar aquello que los malos hacen realidad”. Sigmund Freud. 

Dedicada a todos los cínicos.  

🍒🍒🍒

 

“Mi Violetta,

No sé qué traes en tu cabecita ni porqué te sientes tan mal, tan decepcionada, tan desilusionada. Creo que el amor te pegó (again). 

Lo único que puedo decirte en este momento es que significas mucho, mucho, mucho para mí, mucho más de lo que puedas entender y de lo que puedo permitirme expresarte. Y como hombre puedo decirte, asegurarte, que significas mucho para tu franchute.  Mucho. Y de verdad que me entristece y preocupa sentirte tan vulnerable.

Los capítulos de nuestra historia fueron maravillosos. De verdad que me hacen falta. Extraño a la Pal con la que rompo la mesa del desayunador o con la que hice el amor en Luxe Fifth Avenue, o la que me amaba cuando no le daba flojera.

Esa que gritaba sin importar que las vecinas  se mojaran o la envidiaran. Esa que se despedía en la central de tren o en el aeropuerto siempre con la promesa de regresar.

Te quiero, flaca, te quiero mucho Violetta R. Schmidt

Besos

Tu Diablo

Enviado desde mi oficina móvil BlackBerry® de Telcel”…

 

Muy despacio cerré mi computadora portátil. Pese a que hacía casi 10 años que no veía a Román Villa, cada que estaba en una encrucijada de “amor” o como en esta primera ocasión en lo que yo llamaba un “juego a dos tableros” me daba por escribirle. Sí, me daba por llamar al Diablo, contarle que “estaba con el cerebro revuelto o triste”. Nunca le daba detalles.

… Con el cerebro revuelto. Y triste. Así me hallaba ese viernes por la noche en la que un mensaje cuyo contenido único era “Diablo, me siento triste”, recibió esa vasta respuesta. Un email que me pareció realmente emotivo. Román me seguía recordando como a su Violetta. Siempre le gustó llamarme igual que al personaje que hizo famoso a Xavier Velasco. Confieso que me encantaba que el “Diablo” me llamara Violetta: Violetta R. Schmidt.

Terminé de leer (otra vez) el último párrafo del mail de Román Villa y cerré de nuevo mi Mac Book Air… Y la abrí de nuevo. Leí el mail una, dos, tres… un sinnúmero de veces… Sollozaba, suspiraba, berreaba… sonreía… le daba otro sorbo a mi copa de Château Pape Clément (no llevaba ni 4 sorbos y yo ya me sentía mareada: mi único alimento de ese día había sido un café y un bocado de tarta Normande, había tenido mucho trabajo en la oficina y ni tiempo para tomar una ensalada).

Me acomodaba la t-shirt de color rosa chicle con la firma de Calvin Klein impresa al frente, jugaba con el resorte de mi petite coulotte del mismo color y misma marca… me abrazaba yo misma… reía un poquito… le daba otro sorbo a mi tinto y empezaba a reír más fuertecito… la risa nerviosa se agudizaba cada vez más y más hasta transformarse en carcajada… Ni siquiera podía percatarme que la calefacción estaba apagada y que mis largas piernas estaban heladas. Me espiaba en el espejo de cuerpo entero que se hallaba en la habitación y veía que mis pómulos se habían ruborizado.

Mi risa era consecuencia de los recuerdos. Recordaba la primera vez que había salido con Román Villa, la primera vez  que me había besuqueado con él… aïe… el recuerdo de Román era opacado por mi tristeza de esa noche. Recordaba a quien había apodado ‘Batman’… mi enmascarado parisino, mi enmascarado de « Ciudad no Gótica… Batman.

« ¡¡¡ Hijo de su reputísima torre de Babel!!!”, pensé antes de tomar valor y dar otro sorbo a mi copa de vino tinto.

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Disfraces sadomasoquistas, infidelidades y grabaciones indiscretas

Hola bellezas, ¿cómo van? Espero que todo vaya mejor en Mexiquito. Aquí en Francia seguimos confinados. Todo cerrado. Además sigue el famoso cubre fuego (toque de queda): agraciadamente ya no comienza a las 18H00… Actualmente es a partir de las 19H00. Y ahora podemos «airarnos» durante el día… De cualquier forma, la vida no es la misma. Sabemos que es por nuestro bien, por el bien del país, por el bien mundial… Pero a veces es algo aburrido. Es triste ver todo cerrado y saber a nuestros seres queridos lejos.  Sin embargo el trabajo, el ejercicio y mis seres queridos hacen mi día a día. Y hablando de trabajo, les he de contar que me gracias a una misión profesional he pasado unos días en España. La destinación fue Marbella. De hecho hace pocos días que regresé. Wow, Marbella, Marbella, un paraíso en tiempos del Covid-19. Por secreto profesional no puedo contarles lo que fui a hacer, pero fue muy interesante… Y lo mejor fue que además de disfrutar de sol, arena y mar,pude gozar de restaurantes abiertos y de paso ver a una amiga muy querida y colega de trabajo, mi homologa en España, pues.

Fueron dos días de trabajo intenso. Pero tardes para disfrutar de las terrazas de café, de un poco de shopping y lo mejor, compartir con esta amiga hispana que vive en esa ciudad paraíso. Justo en mi tercer día en Marbella acompañé de shopping a mi coleguita, quien está enamoradísima. Lleva casi ya un año con su galán: un morenazo de Andalucía, ojiverde y piel bronceada. El susodicho estaba a unos días de cumplir sus 40 años.

Mi amiga se partía la cabeza, pues no sabía que comprar para su amor en turno. Después de recorrer todas las boutiques de Puerto Banus, mi amiga y yo terminamos en una Sex Shop, donde ella acabó por comprar un disfraz de enfermera con un estetoscopio de plástico en color rojo y todo.

Debo confesar que fui yo quien apoyó en su idea, pues mis tacones de amazona de la moda y el amor color rosado Long Champ ya habían hecho un recorrido bastante largo; mis pies estaban que morían por descansar. Y la verdad, soy mala para dar ideas de regalos. No tengo la paciencia ni el ojo clínico cuando se trata de regalos ajenos.

“Ándale, ay, ya llévatelo. Digo, si te gusta… ¿Qué mejor regalo que vestirte de enfermera, acá con escotazo y bata que enseña la mitad de tus atributos? Total, ni más santa ni más diabla. Es tu pareja. Ya, veo que te gusta. Llévatelo. Apareces después de la cena de cumpleaños, te disfrazas y ese será el regalo de tu amorcito. Punto. Ándale, ya tengo hambre”, le dije a mi amiga, mientras me paraba en un pie para descansar el otro, antes de intercambiar. De verdad: ¡mis pies morían!

De todos modos, de nada sirvió, pues mis piecitos lindos sufrieron un rato más… Y es que mi amiga (a quien le llamaremos Zulma, para no exponerla más)  acabó por llevarse no solo el traje de enfermera, sino que también tomó unos chones comestibles, un látigo hecho con gomitas, aceites para masajes y una rara bebida sabor melón.

“Esta bebida, señorita, se la da a tomar a su marido o amante antes de tener relaciones sexuales. Si le hace sexo oral, el esperma tendrá sabor a melón. Claro, si quiere, también hay sabor banana, fresa, frambuesa, chocolate”… el vendedor no paraba de hablar. Y mis pies seguían sin soportar los taconazos rosas que llevaba puestos. #tormento Y yo con mi tarea de pararme sobre el pie derecho para descansar el izquierdo y ¡cambio!… Ploc!

“Ya, está muy bien. Yeiiiiii!!!”, le dije a mi amiga. Les juro, yo ya no soportaba tacones. Quería aventarlos lejos, lejos.

Para no hacerles el cuento largo, al fin pasamos a la caja, mi amiga pagó sus compras, salimos del centro comercial (yo caminaba como pollito espinado, #lesjuro) y al fin llegamos al parking.

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