Posts Tagged ‘Mexicana en Paris’

Vino tinto: otro secreto de las francesas flacas y guapas

Elegante, delicioso, relajante, con un aroma que seduce, irresistible y ¡saludable! Es así como podría definir al vino tinto, una de mis bebidas favoritas.

Y es que, ¿quién puede resistirse a una buena copa de tinto?

“Las personas que estamos a dieta porque queremos perder peso”, fue lo que me respondió una colega con la que hablé por teléfono anoche y que en unos días vendrá a visitarme a Francia. Mi amiga moría de miedo por venir a un país que además de ser famoso por su historia, por la imponente Torre Eiffel, sus perfumes, gastronomía y diseñadores de moda (entre muchas otras monadas) es famoso por gran variedad de vinos.

La respuesta de mi amiga me dejó en shock. ¿Por qué? Porque soy una mujer que bebe una copa de vino dos o tres veces por semana (dos, máximo) y nunca he subido un gramo a causa de esta bebida.

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El hombre perfecto no es como los tacones perfectos

Dicen que de la vista nace el amor. Para prueba los zapatos color melón que compré hace unos días. Desde que los vi en el escaparate, me volvieron loquita, loquita. Me los medí y comprobé que mis pies  se sintieron increíbles dentro de ese par de dulcecitos color melocotón. Cuando caminé… Ufff… De lujo!!! En serio, me enamoré de ellos y me los llevé a casa. Puede ser que no sean a gusto de todo el mundo. Pero, van perfectos conmigo. Me hacen sentir bien, fashion, especial.

“¿Y con qué los vasa combinar? Nunca te he visto vestida de color melón”, fue lo que me dijo una de mis amigas cuando le mostré mis nuevos ‘dulcecitos’.

Buenoooo, pues con un vestido negro, blanco… Con un outfit que contraste. Los contrastes son lo mejor”, dije. Y de hecho, así fue. El día que usé esas linduras, fue con un vestido negro. Una combinación de la que me sentí orgullosa.

No ocurrió lo mismo con un par de zapatos que compré hace tiempo porque me encantó. Un par de sandalias con tacón de aguja con las que caminar es una proeza. Les juro… Son unas botas hermosas, de 16 cms. de altura y que llaman la atención y son la envidia de toda fashionista… Pero que no son para mí… Pues lejos de hacer una entrada espectacular al sitio al que llego cuando las uso, lo que hago es un ridículo enorme, pues me cuesta trabajo caminar. Sí, chicas, lo juro, camino como pollito astillado. Oh my Dior!!! Y siempre acabo acentuándolos y caminando descalza… yes, a pies desnudos por las calles de París.  

En cambio, mis zapatos color melón, también con tacón de aguja de 7cms de altura, superfashionistas y femeninos, son para mí la onda de las ondas. Al usarlos me siento bien, a gusto, camino cual modelo en pasarela. Muy orgullosa y muy a gusto de mi elección. Es uno de los pares de zapatos con los que me llevo incre… Son ideales para mí. ¡ME TRATAN BIEN! Los zapatos que me maltratan… Estarán geniales, pero… Sinceramente, los acabo gaurdando en un cajón… Ploc!

Ustedes se han de preguntar que por qué les hablo de zapatos y tacones y colores…. Que por qué hablo de sentirse a gusto, de sentirse mal, de sentirse orgullosa… Bien, para los que ya me conocen, no es novedad que los zapatos son una de mis grandes pasiones, más si se trata de tacones… Y para los que no lo sabían, pues se están enterando.

Y siendo  de mis grandes  placeres y pasiones como fashionista, creo que no les sonará raro si les cuento que hace poco comparé la historia de mis zapatos con el hombre perfecto.

Lamento decirles, queridas, que a diferencia de los tacones perfectos, el hombre perfecto no existe… Ploc! Todos los hombres tienen defectos, manías y cosas biennnn raritas (igual que nosotras las mujeres). Claro que todos los hombres también tienen hermosas cualidades.

Hay los que se caen de buenotes. Sí, esos hombres atléticos, poseedores de nalgas perfectas, ojos hermosos y espaldas dignas de campeonato de natación.

Hay quienes además de estar buenotes y guapos, son buenísimos en la profesión que ejercen.

Les juro: hay muchísimos tan atractivos como el guapo Christian Grey, como  Brad Pitt, como George Clooney… Hay hombres tan increíbles con las letras como lo fue Gabriel García Márquez, o tan buenos para contar historias como Xavier Velasco… ‘Hay de todo en la viña del señor’, dice el famoso dicho.

Sin embargo, nada nos garantiza que el hombre más guapo, que el hombre de mirar verde o azul, que el hombre más rico, que el más inteligente que el más nalgón, que el barbado, rubio y exitoso, que el hombre que nos vendieron nuestras amigas, nuestras madres y nuestra sociedad sea el príncipe azul… No, señoritas.

El hecho de que un hombre sea perfecto físicamente, que tenga sangre extranjera o una cuenta bancaria en cada país, no garantiza que es el que nos va a hacer felices. El príncipe azul no es precisamente aquel de ojos azules y chequera dorada en el bolsillo –claro que hay excepciones, claro que las hay-, el príncipe azul debe ser como un hermoso espejo.

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El candente Grey de E.L. James y el loco que supera la ficción

No soy ultra fan de 50 sombras de Grey. Admiro el éxito de E.L. James y confieso que pasé un momento muy divertido y agradable cuando en su momento, fui al cine con un galán para ver la historia que Universal Pictures llevó al cine.

Sin embargo, no me fanaticé. Pero por azares de la vida y el destino, convivo con muchos hombres y… De todos los que frecuento, ninguno se perdió la peli. Y ahora con el confinamiento a causa del COVID-19, esos hombres reviven las pelis de Grey en Netflix. #ploc

NINGUNO ha dejado de revivir las pelis… Y todos, ¡lo juro!, se emocionan cuando escuchan el soundtrack de la peli o ven que ya está la publicidad de “Grey”, el libro en el que cuenta el pasado de Christian. Oh my Dior!!!

Palllll, ¿alguna vez leíste los libros?”, fue lo que me dijo un galánazo que conozco, tras una junta de trabajo… Noooo, bueno. #fuertesdeclaraciones#lavidarealdelosfamosos

Debo confesar que además de este comentario, me da mucha risa escuchar a mis amigas, quienes también fueron a ver la peli con sus galanes, decir que después de ver el film, sus parejas se “transformaron en fans del señor Grey” y “jugando, jugando”, de repente querían ocupar el rol del atractivo y millonario neoyorkino. Ya sea emulando la famosa escena de las 10 nalgadas o la otra en la que Christian Grey venda los ojos de Anastacia, su «sumisa».

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Jugo antioxidante para lucir una piel tersa y joven

Es mitad de semana. El calor comienza a llegar a París y el antojo se hace presente. Un vaso de clericot, un jugo fresco de varias frutas o un frapuccino con crema batida son las ideas que vienen a nuestras mentes. Sin embargo, la conciencia nos recuerda que el fin de semana anterior nos pasamos con los martinis o que pedimos un postre supercalórico en el restaurante al que nos invitó el galán…

Mis queridas, stop! Antes de darle rienda suelta al antojo pensemos en todo lo que trabajamos diariamente para lucir una figura y piel perfectas. ¿Por qué no en vez de saciarnos con cantidades industriales de calorías, nos refrescamos con una deliciosa bebida que además de rehidratarnos, nos ayudará a mantener nuestro peso y a lucir una piel joven? Sí… El día de hoy les paso la receta. Se trata de un licuado de agua de frutos rojos.

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Guapa y ligera: alimentos contra la retención de líquidos

A muchas nos ha ocurrido al menos alguna vez. Sí, sí, justo esas mañanas en las que hace mucho calor y amanecemos con las manos, piernas, pies o abdomen ¡hinchados! En serio… ¡¡Horror!! Dan ganas de ponerse a berrear. 

Lo peor es cuando una se sube a la báscula… ¡A veces hasta un kilo de más! ¡Y sin haber pecado! #toinggg… En ese momento quisiéramos que fuera día feriado para no ir a trabajar o que un hada madrina apareciera y con dos movimientos de varita mágica, hiciera que la hinchazón desapareciera…

Lamentablemente eso no ocurre y tenemos que salir de casa con esa gran molestia. Con el maldito kilote, la panza y las piernas hinchadas. Oh my Dior!!!

Les juro, sí me ha ocurrido. Y estoy segura que a todas, chicas. ¿ La que diga que ‘no’, que aviente el primer bolso.

Bien. Si lo han aceptado y se desesperan igual que yo cuando eso les llega a pasar, calma… Respiren… Pese a que existen muchos factores que causan este problema, la mayor de las veces, se trata de retención de líquidos. Sí, ya sea porque se acerca nuestro periodo menstrual, ya sea por estrés laboral, o tal vez porque la noche anterior nos tomamos un par de drinks o nos pasamos con el salero y la carne roja. O hasta por falta de consumo de suficiente agua… O, por las altas temperaturas. Así que tranquilas. Que la retención de líquidos es un problema que podemos combatir en un dos por tres. ¿Cómo? Consumiendo los alimentos y bebidas idóneos. Alimentos que en verdad parecen haber sido creados por un hada madrina.

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Lavanda: poderoso remedio contra los nervios y el estrés

No me gusta ser de esas personas que andan por la vida quejándose de todo y haciéndose las mártires. Sin embargo, chic@s, les cuento que el mes pasado fue sumamente pesado para mí. Me enfermé de la garganta como cuatro veces, dormía menos de 4 horas… Estaba demasiado ansiosa en el trabajo, tuve fiebre y cuerpo cortado una vez por semana… Y todo porque esperaba los resultados trimestrales de desempeño de mi área. Ya se imaginarán.

Me llevaba el estrés a casa y no podía hallar paz. Afortunadamente todo salió a pedir de boca y hoy les puedo presumir que todo salió de ¡diez! Sin embargo, ya me había chutado  casi un mes de enfermedades, depresión y nerviosismo.

Afortunadamente, ya estoy tomando las cosas con más calma, tanto en el trabajo como en mi vida personal. Sin embargo, fueron días los que me tuve que ‘autoterapear’ para salir de esa situación de estrés. En un momento me di cuenta que si seguía así, lo único que lograría sería acabar derrotada y cansar a la gente que me quiere y apoya siempre. Así que, puse manos a la obra y continué a trabajar como siempre, dando lo mejor de mí. Solo que dejé de pensar en números y gráficas y… Yes!!! Obtuve muy buenos resultados.

Claro que no siempre es solo la actitud y una “megateraputiza” lo que me ayuda. Confieso que muchas veces uso como remedio las plantas curativas. En esta ocasión, me di una ayudadita de la lavanda, una planta que… ¡No, bueno! Tiene unas propiedades curativas magníficas. Y lo mejor es que es una planta que se da en el sur de Francia. ¡Sí, chic@s! Es una de las joyas del Mediterráneo, otra de las razones por las que me siento afortunada de descubrir un poco más de Francia cada que tengo oportunidad.

Bien, pues les cuento que hace unos días recibí un regalo de una amiga que vive en una pequeñita, pequeñita ciudad de Francia llamada Saignon. Es ahí donde los turistas se deleitan durante el verano gracias a la temporada de los campos de lavanda, ¡sí enormes y hermosos! ¡Como de peli!

Esta planta (lavandula officinalis), es originaria de los países mediterráneos de Europa y norte de Africa.

Desde siempre  ha utilizado la esencia de sus flores para la fabricación de lociones y perfumes. Sin embargo, además de su olor seductor y embriagante, esta planta de flores violetas ayuda a relajar la mente, siendo útil en casos de estrés, ansiedad, o depresión. También se utiliza para combatir el dolor de diversos tipos como la lumbalgia, las migrañas y los causados por la artritis reumatoide.

El uso principal de la lavanda es el relativo a las preparaciones realizadas para uso externo, especialmente las realizadas con aceite esencial, mismo que pueden conseguir en cualquier tienda OCCITANE (hay varias en México) o en tiendas bio y naturistas.

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Pan : el culpable de que no puedan adelgazar ni tener vientre plano

“Auxilio, no puedo adelgazar. ¿Puedes cambiarme la dieta y la rutina de ejercicios?” Seguramente esta frase les suena familiar. Sobre todo si aman hacer ejercicio a las dietas y… Pese a eso, continúan sin perder peso. Al contrario. Ganan y ganan peso.

Si, ya sé. Podrán decirme que comen ensaladas, productos ‘bio’, frutas ‘bio’, que se untan jabones anticelulitis “bios”, que no salen del gym, que toman una clase de spinning diaria y corren mucho. Que siguen al pie de la letra las rutinas de sus respectivos entrenadores. Y que sí, comen pan, pero ‘bio’, libre de gluten, integral, o con semillas de calabaza. Y solo una pieza. Y que, sin embargo, esa pancita y esos tres kilitos extras no desaparezcan… Pfff…

Chicas, en serio. No se engañen. Si quieren borrar la panza y ese par de kilos que les quitan el sueño, es hora de dejar un poco el pan. Eso sí, que quede claro que no tengo nada contra esa delicia. Al contrario, soy fan, fan, fan del pan. Pero, soy consciente de que me ocasiona estreñimiento, es altamente calórico y no nos aporta más que kilitos extra.

Sí, sí, estoy de acuerdo a que comamos una rebanada de pan integral en el desayuno. Pero de eso, a una tartina con tomate y una cucharada de aceite… O a una pieza entera en una comida en la que también estén implicados unos vinos tintos… Ploc! No, chicas. ¡Es primavera! Y si quieren lucir perfectas en bikini o en vestidito, y prepararse para el verano… si quieren desaparecer ese gordito, esos kilitos, es hora de dejar el pan y las féculas de lado. Sí, fuera pan por un rato, patatas, galletas, pastelitos y otras delicias que impliquen harina.

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La noche que la pasión y el deseo traicionaron al amor

«El analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado o reprimido, sino que lo vive de nuevo. No lo reproduce como recuerdo, sino como acto, lo repite sin saber. Lo repite sin saber naturalmente, que lo repite», Sigmund Freud. 
Dedicado a todos los que cometen el mismo y el mismo y el mismo… y el mismo error…

           🍒🍒🍒

El sonido del timbre me pareció agresivo para ser más de media noche.  Todos los parisinos “bien” en la colonia bien en la que vivo, seguro dormían… Y si no, al menos ruido no hacían.  Abrí la puerta de un golpe.

–        Bonjour – dijo con sobriedad digna de un desconocido.

-Shhhh…- le dije poniendo mi índice de la mano izquierda sobre los labios.

Ahí estaba otra vez. Parado frente a mí, sin mirar mi cuerpo cubierto por un vestido vaporoso de color negro que contrastaba con estampados de flores de colores vivos colocados en sitios estratégicos. Atuendo de sábado relajado, chic… Me había enfundado en aquel vestido rápidamente después de una la ducha nocturna que había tomado tras una sesión de cardio.

El vestidito era lo suficientemente corto, como para apenas cubrirme las nalgas y mostrar mis piernas largas,  herencia de la autora de mis días. Pero también era suficientemente largo para dejar que la imaginación de mi superhéroe trabajara. Sin embargo, su mirar azul se fijaba sobre mis ojos casi negros.

–        DESIGUAL – dijo sonriendo.

–        ¿Y cómo sabes que mi vestido es de DESIGUAL? – respondí mientras con una mano lo jalaba del antebrazo para dirigirlo a la habitación blanca. La única a la que el súper héroe tiene derecho a pasar en el apartamento. Con mi mano izquierda, tiraba hacia abajo mi vestido zancón de la marca española, como tratando de alargarlo para que el enmascarado no me viera la culotte.

Mientras lo hacía seguirme, me pregunté cómo había hecho el hombre de mirar azul para analizar mi atuendo viendo solo mis ojos. Es bien cierto que la discreción es una de sus cualidades.

Había llegado enmascarado, como se debe. Como buen súper héroe… Sin reparos, sin protocolos  lo despojé de su máscara. Después de todo, hacía meses que yo conocía la identidad de mi Batman.   Sacó su instrumental y comenzó a hacer lo propio… ¿Yo? Me perdí en mis pensamientos…

Veintidós años mayor que yo… Un metro ochenta y tres de estatura y… y… ok, ok, tal vez para alguna otra mujer no era un clon de Batman y tal vez para alguna otra no tenía más fuerte que su papel de superhéroe de la que llamaremos ‘Ciudad No Gótica’. Es más, mis amigos que sabían la existencia del maduro superhéroe lo veían como si fuera el mismísimo Diablo.

“Stop… Párale ya de hablar de ese señor… Nena, ya, stop”… “Un señor de esa edad no es interesante para ti… No… Carajo, mírate, eres una Diosa… No tienes por qué andar pensando en los señores… Imagínate, aparte ha de ser casado, con hijos y enamoradísimo de la esposa”… “Ay, Pal… Bueno,  es que el don ni para echar relajo… No va a aguantar”… “Déjenla, le gusta el señor, y el señor a lo mejor está contento, a lo mejor está entusiasmado »… “¡Cállate, Medhli, deja de apoyar ese gusto de PAL… Cállate o llegando a la casa te voy a dar unos cabronazos… Los señores más grandes, no! ¡Yo concuerdo que a lo mejor hasta casado es!”… “Pal, Pal, basta… Tú lo bloqueas. Punto. Ese señor no es interesante para ti…Pal, piensa en ti… tú tan bonita… no lo puedo concebir, no de ti Pal…  »… son algunas de las frases que escuchaba cuando mi amigo Dante soltaba el chisme de que me gustaba al que yo llamaba el “enmascarado de Ciudad No Gótica”… Justo pensaba en eso cuando un piquete en el dedo pulgar de la mano izquierda me hizo volver al planeta Tierra. El superhéroe ya había terminado de hacer su trabajo.

–        ¿Te duele? – dijo una vez que terminó de curar mi dedo pulgar izquierdo, en el cual me había hecho daño minutos atrás con un cuchillo recién afilado, al intentar cortar el limón que serviría para mi agua détox de la noche.

– Habrá que poner el refuerzo de la vacuna contra el tétanos… y te voy a agregar un gel antibiótico- dijo mientras terminaba de llenar la prescripción.

–        No… No me duele – dije aguantándome el dolor.

Tanto Philippe como yo (así se llama el enmascarado) tratábamos de guardar la compostura… Hacia dos meses que no nos veíamos. Hacia uno que yo no respondía a sus saludos vía mensajes de texto. Le ofrecí una copa de vino rosado, de Corsa, domaine Terra Vecchia. Sorprendentemente lo aceptó.

Como siempre hablamos de todo y nada… hablamos de México, de Sinaloa… … de la boda en Culiacan en la que años atrás conocí a mi “amor tranquilo “, de las crisis de la madre de mi “amor tranquilo”, de mis ausencias en casa a causa de los viajes laborales… de las ausencias de mi amor tranquilo a causa de sus viajes, también profesionales y más recurrentes,  dignos de un experto  en la aeronáutica… Volvimos a hacer un comentario sobre la habitación blanca. La única a la que él  tenía acceso de todo el apartamento y a la que paradójicamente nadie más podía entrar. La habitación estaba dedicada a mis sesiones en videoconferencias con la doctora Smilovichi.

Como siempre que acudía a casa en calidad de superhéroe, Philippe permanecía sentado en el extremo derecho del largo sillón de tres plazas… y como siempre, también, de forma automática me tumbé a lo largo del sillón blanco a modo de que mis pies quedaban justo sobre sus muslos… como siempre, comenzó a jugar con los dedos de mis pies… y como nunca, jugué con él con mis pies. Tomaba impulso con mis caderas y me empujaba hacia adelante. El movimiento estratégico permitía que mis pies se metieran cuál intrusos por debajo de su camisa… que se salieran de su camisa y de un golpe pasaran por su cuello. Seguíamos charlando de todo y nada. De anécdotas banales. Y de otras no tan banales.

De la nada, dejé de juguetear y posé los pies de nuevo sobre sus muslos… le lancé el tubo de mi crema para la piel, misma que por azar se hallaba en la mesita de centro.

– ¿Me ayudas?, le dije. Sin preguntar qué hacer, abrió la crema con olor a paraíso, a algodón de azúcar. Colocó un poco de lo que más que crema parecía una suave crema chantilly rosada entre sus manos y comenzó a tartinar mis piernas, gustoso. Deslizaba sus dedos, sus palmas despacio, recorría cada centímetro de la pantorrilla… Levanté la pierna derecha. Y la dejé al aire para dejarlo tartinar la crema en todo el cuádriceps. Una vez que Philippe terminó, bajé la la pierna para realizar la misma acción con la izquierda.

 

« Y de repente nos dejamos arrastrar. Tu piel sobre mi piel sin formas que guardar. Y todo alrededor a punto de estallar… Inevitable, incontrolable, me tocas y empiezo a volar.Y nunca se acaba el deseo, me muero por repetir »… La canción de Philippo Neviani que se reproducía desde el iPhone de la sala se alcanzaba a escuchar hasta la habitación blanca. 

– Merci,- Dije quitándole la deliciosa crema, creación de la casa Yves Saint Laurent. – Creo que bebo muy rápido – remarqué al tiempo que miraba mi copa que se hallaba en la mesita, casi vacía.

-No, no. Yo bebo despacio- respondió tratando de guardar la compostura.

-¿Has visto el brazalete de mi pie? Tiene una cereza… al ladito del broche…

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Disfraces sadomasoquistas, infidelidades y grabaciones indiscretas

Hola bellezas, ¿cómo van? Espero que todo vaya mejor en Mexiquito. Aquí en Francia seguimos confinados. Todo cerrado. Además sigue el famoso cubre fuego (toque de queda): agraciadamente ya no comienza a las 18H00… Actualmente es a partir de las 19H00. Y ahora podemos «airarnos» durante el día… De cualquier forma, la vida no es la misma. Sabemos que es por nuestro bien, por el bien del país, por el bien mundial… Pero a veces es algo aburrido. Es triste ver todo cerrado y saber a nuestros seres queridos lejos.  Sin embargo el trabajo, el ejercicio y mis seres queridos hacen mi día a día. Y hablando de trabajo, les he de contar que me gracias a una misión profesional he pasado unos días en España. La destinación fue Marbella. De hecho hace pocos días que regresé. Wow, Marbella, Marbella, un paraíso en tiempos del Covid-19. Por secreto profesional no puedo contarles lo que fui a hacer, pero fue muy interesante… Y lo mejor fue que además de disfrutar de sol, arena y mar,pude gozar de restaurantes abiertos y de paso ver a una amiga muy querida y colega de trabajo, mi homologa en España, pues.

Fueron dos días de trabajo intenso. Pero tardes para disfrutar de las terrazas de café, de un poco de shopping y lo mejor, compartir con esta amiga hispana que vive en esa ciudad paraíso. Justo en mi tercer día en Marbella acompañé de shopping a mi coleguita, quien está enamoradísima. Lleva casi ya un año con su galán: un morenazo de Andalucía, ojiverde y piel bronceada. El susodicho estaba a unos días de cumplir sus 40 años.

Mi amiga se partía la cabeza, pues no sabía que comprar para su amor en turno. Después de recorrer todas las boutiques de Puerto Banus, mi amiga y yo terminamos en una Sex Shop, donde ella acabó por comprar un disfraz de enfermera con un estetoscopio de plástico en color rojo y todo.

Debo confesar que fui yo quien apoyó en su idea, pues mis tacones de amazona de la moda y el amor color rosado Long Champ ya habían hecho un recorrido bastante largo; mis pies estaban que morían por descansar. Y la verdad, soy mala para dar ideas de regalos. No tengo la paciencia ni el ojo clínico cuando se trata de regalos ajenos.

“Ándale, ay, ya llévatelo. Digo, si te gusta… ¿Qué mejor regalo que vestirte de enfermera, acá con escotazo y bata que enseña la mitad de tus atributos? Total, ni más santa ni más diabla. Es tu pareja. Ya, veo que te gusta. Llévatelo. Apareces después de la cena de cumpleaños, te disfrazas y ese será el regalo de tu amorcito. Punto. Ándale, ya tengo hambre”, le dije a mi amiga, mientras me paraba en un pie para descansar el otro, antes de intercambiar. De verdad: ¡mis pies morían!

De todos modos, de nada sirvió, pues mis piecitos lindos sufrieron un rato más… Y es que mi amiga (a quien le llamaremos Zulma, para no exponerla más)  acabó por llevarse no solo el traje de enfermera, sino que también tomó unos chones comestibles, un látigo hecho con gomitas, aceites para masajes y una rara bebida sabor melón.

“Esta bebida, señorita, se la da a tomar a su marido o amante antes de tener relaciones sexuales. Si le hace sexo oral, el esperma tendrá sabor a melón. Claro, si quiere, también hay sabor banana, fresa, frambuesa, chocolate”… el vendedor no paraba de hablar. Y mis pies seguían sin soportar los taconazos rosas que llevaba puestos. #tormento Y yo con mi tarea de pararme sobre el pie derecho para descansar el izquierdo y ¡cambio!… Ploc!

“Ya, está muy bien. Yeiiiiii!!!”, le dije a mi amiga. Les juro, yo ya no soportaba tacones. Quería aventarlos lejos, lejos.

Para no hacerles el cuento largo, al fin pasamos a la caja, mi amiga pagó sus compras, salimos del centro comercial (yo caminaba como pollito espinado, #lesjuro) y al fin llegamos al parking.

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Noche de tríos sexuales, música, alcohol y… el chico de la faja reductiva (aïe)

“¿Un trío?… Pfff… Es el sueño de todo hombre”… “Ay, claroooo, yo ya lo hice con dos nenas y la verdad es una experiencia muy, muy rifada”… “Yo lo hice con dos chicos y la verdad no me gustó, pues lo que comenzó como una idea muy hot,terminó como una escena gay… Yo respeto, pero me sentí desplazada cuando vi que los dos tipos con los que me metí comenzaban a besarse y a tocarse”… “Yo no voy a presumir lo que no. Nunca he tenido un trío sexual”… “Yo sí me he acostado con dos mujeres al mismo tiempo y hasta a fiestas de intercambio he acudido. Yo, open mind,open mind”… “No, yo no le entro, ¿qué tal si me cacha mi esposa? ¿Y pa’ qué quieres? ¿Luego dónde duermo?  ¿E irme con la ropa sin planchar al trabajo? Ni madres, mejor hago el amor a la antigüita, solo con mi pareja”… “Ay, yo sí he participado dos veces en un trío. La verdad es una sensación sú-perrrr!!! Te sientes como esos actores que aparecen en las películas fogosas de Golden Choice. Obvio que nunca lo haría con la mujer que elija como futura esposa”.

“Fiesta para más de dos: ¿podrías hacer un trío, intercambio o tener una pareja abierta?”fue el título de un artículo que se hallaba en una de mis revistas favoritas (Cosmopolitan España) lo que detonó tantas frases subidas de tono. Y es que justo cuando comenzaba a leer el artículo, me hallaba en el comedor del trabajo con mis colegas.

Bastó que uno de ellos leyera el título en voz alta –y el primer párrafo del artículo- para que una calurosa discusión acompañada de chistes, risas, bromas y #fuertesdeclaraciones comenzaran a inundar el ambiente de ese sitio en el que consultantes, directivos, managers y periodistas como esta señorita 😉 ,  se dan cita para echar el cafecito, comer o simplemente echar el chisme.

La charla fue interrumpida cuando una colega llamada Nuria entró al comedor convertida hecha un mar de lágrimas. ¿El motivo? Su galán le había pedido el divorcio… De un golpe, el tema de los tríos se terminó. Ploc! Unos cuantos comenzaron a consolar a la chica con consejos, otros se dedicaron a escuchar su triste historia y el resto volvimos a nuestros sitios de trabajo, pues había que preparar un “dossier” muy importante que estamos a días de entregar.

Entre el trabajo, la historia de Nuria y pendientes de la universidad, olvidé el tema. Sin embargo, en la noche, cuando me hallaba en el vestidor del gym para cambiar mi outfit urbano-chic por el de deportista y ponerme a tono con una buena rutina de cardio y pesas, mi iPhone comenzó a sonar. Se trataba de mi amiga Anel, una productora de TV portuguesa que trabaja con nosotros.

“Pal, me quedé con tu revista”, me dijo en francés, con su acento portugués.

“Ah, oui”, le dije.

“¿Tú has tenido alguna vez un trío? ¿O has participado en una orgía?”, fue la frase que disparó sin reparo mi amiga portuguesa.

“Nooooo. Obvio no”, respondí con voz firme y después empecé a carcajearme. Anel no comprendió nada. También rió y después de decirme que me entregaría mi revista en cuanto nos viéramos y desearme una linda noche, se despidió de mí”.

He de confesar que cuando le respondí a Anel me moría de la vergüenza y de ganas de reír. De hecho me dio un ataque de risa cuando colgué el teléfono y me quedé cerca de 10 minutos (es en serio) en los vestidores del gym hasta que se me pasó la risa. Y es que después de ver el título de la revista Cosmopolitan España, después de toda la discusión que dicho tituló detonó y después de la pregunta de Anel, recordé una anécdota que es digna de confesión. Así es, chic@s… Confieso que en una ocasión viví de cerca un trío sexual y casi acabo involucrada… Pero… Afortunadamente me salvé. 

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