El amor acaba… ¡y los zapatos llegan!

Llorar de añoranza y tristeza al recordar los buenos momentos. Berrear de coraje y berrinche cuando los peores vienen a nuestra mente, ver películas románticas con las que lloramos en cada escena mientras atacamos un bote de 1 litro de helado de chocolate y una enorme taza de palomitas con mantequilla, no maquillarnos, ir al trabajo en flats –sin que sea viernes- llamar a nuestr@s amig@s cada cinco minutos (y enviarles mensajes vía WhatsApp cada 30 segundos) para contarles sobre lo mal que nos sentimos y sobre lo “mala onda, abusiva e indolente que se portó esa persona a la que amábamos tanto y aún así nos dejó”…

…Ir a las tiendas y comprar accesorios que nunca nos vamos a poner, usar como ‘outfit’ nuestra pijama de invierno durante todo un sábado y emborracharse con amigas mientras seguimos hablando mal de ese “malparido que se fue” (para después marcarle de un ‘número desconocido’ solo para escuchar su voz) son solo algunas de las actividades -de una larrrrga lista- que todas las chicas realizado cuando terminamos una relación y ¡es él quien nos ha mandado al diablo!

¿O acaso hay alguna chica a la que después de que la enviaron a China sin boleto de regreso haya quedado tranquila y haya retomado las riendas de su vida de soltera en unas horas? ¿Existe una mujer que no haya sufrido tras una ruptura en la que sea él quien ya no quiere nada? La que esté libre de culpa, que aviente la primera bolsa.

En lo personal, a mí me ocurrió hace algunos años. Después de una relación corta, pero que para mi fue muy especial, el galán con el que salía me mandó al infierno. Confieso que tuvo sus razones muy válidas y justas. Le hice ‘algo’ que lo hirió y lo enojó mucho.Sin embargo, la forma de retirarse no fue la más educada, ni la más formal. No se despidió a la altura del caballero que presumía ser.

En fin, dejando a un lado la poca elegancia que tuvo al retirarse aquel ex de sonrisa increíble e inteligencia que me volvía loquita, debo decirles que esa ruptura en la que era a mí a quien habían abandonado(ojo, la chica linda y entaconada abandonada), me sirvió mucho para enfrentarme al tema de estar sola, convivir conmigo misma y lidiar con la idea de que ese galán ya no iba a regresar, pues a diferencia mía, en menos de un mes, él ya tenía una pareja nueva, de lo cual me enteré gracias a la inmediatez y eficacia de Internet (y a unos cuantos clics que di navegando por la red, claro).

Mientras mi ex ya estaba de nuevo en pareja, yo seguía llorando, comiendo helado y marcando de teléfonos públicos para escuchar su voz. Si no, cuando le llamaba de mi entonces iPhone 3,era con pretextos más ridículos que un viejo verde tratando de ligar a una chavita de 18 años en el gym.

Lo único que me ganaba era que mi ex me colgara el teléfono y al cabo de un tiempo… Que no me contestara. #confesionesdedivacontaconesdeaguja #lavidarealdelosfamosos #fuertesdeclaraciones

“Tienes que aprender a estar sola. Concéntrate en tu trabajo, en el gym, sal a caminar, inicia una actividad que nunca hayas probado, ¡aprende a estar contigo y deja ese teléfono!”, fue lo que me dijo mi papá y mejor amigo, quien también me hizo otra #fuerte declaración:

“Los hombres somos como cavernícolas, conquistadores. Encorbatados, cineastas, mecánicos, periodistas, escritores, médicos… ¡Todos somos iguales en cuestiones del amor! Somos cazadores, conquistadores por naturaleza. Cuando tenemos una conquista segura, vamos en la búsqueda de una nueva, desconocida, que no esté disponible. En cambio, ustedes son más sentimentales, conservan recuerdos, atesoran momentos, aman al otro por encima de todo. Somos conquistadores porque no sabemos estar solos, en cambio, tú como mujer, usa esa sensibilidad para amarte a ti primero y aprender a estar contigo. Punto”, fue el consejo que me dio aquel hombre del que soy fan número 1.

Debo admitir que me costó mucho olvidar esa ruptura. Sin embargo, un día me desperté, cambié de número de celular y me prometí que por amor propio no iba a intentar más contactar a alguien que m había dejado claro que NO QUERÍA HABLAR CONMIGO. Decidí a vivir por mí y para mí. Empecé a interesarme en mis cosas, a dedicarle aún más tiempo a mi carrera –que siempre ha sido el amor de mi vida-, en todos los asuntos pendientes que tenía y me di cuenta que necesitaba que cada uno de mis días durara 48 horas para terminar con todas mis actividades diarias. Me volví adicta al gym –casi tanto como lo soy a los tacones de aguja- y de pronto, sin darme cuenta, mi sonrisa volvió a lucir en mi rostro. Claro que no fue fácil. Pasé por un duelo. Eso sí… ¡Qué rico todo el helado de chocolate que comí! ¡Qué padres las pelis de amor que vi! ¡Qué chistoso y divertido compartir anécdotas, canciones de dolor y drinks con mis amigas! ¡Y qué reparador fue desahogarse diciendo palabrotas! Mientras esa etapa duró.

Lo mejor es que ya no recuerdo a ese ex galán como el pelado que me abandonó, sino como la oportunidad de aprender a estar sola, completa y plena. Y debo confesar que con la lana que me ahorré en teléfono, compré unos zapatos neoyorkinos con tacones de infarto (¡15 cm de altura!)… Curiosamente los llevaba puestos un día que iba muy sonriente por la calle y me topé con ese ex. #esverídico

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