Cuando la Mujer Maravilla explota

¡Luces, cámara, acción! La mexicana que divide su vida entre Tierra Azteca y Francia entra en escena. Cabello liso e impecable, maquillaje natural, pero ad hoc para la ocasión, taconazos de 10 centímetros de altura (o más), ‘outfit’ a la línea. Ufff!!!

Son las 8 de la mañana y ya va en camino a la Universidad en la que realiza un Master para especializarse y cumplir otra meta (y sueño). Terminan las clases y corre al trabajo (sí, ¡en tacones!, y no es literal, ¡es real!) donde cumple al pie de la letra con su deber  después de todo, es ella la que debe adaptarse al país extranjero en el que vive, y no al revés). Sale del trabajo y corre al gym, donde cambia los tacones por tenis (#bendito), usa la hora de cardio para estudiar un poco y la otra hora para nadar (ama nadar) o realizar la rutina que su coach le ha marcado al pie de la letra…

…Obvio, acaba ‘muerta’. Después de todo, no es la Mujer Maravilla. Tampoco es la Barbie multi tareas (pese a que haga maravillas para darse el tiempo de Facebookear para conestilo.life y para hacer una paradita en algún Starbucks o café-bar). Nop. Se trata de una mujer de carne y hueso que tiene metas, sueños, proyectos, dramas, problemas, alegrías, bajones, ataques de risa, exitazos y fracasos… ¡De todo!

Se trata de mí. ¡Sí! De mí, de esta mujer loca con alma de niña, quien después de un día agitado, llega a casa a darse la segunda ducha del día y después de ayudar un poco en la cocina para cenar (confieso que soy un desastre, peor me encanta cocinar) se pone a trabajar en conestilo.life: una hermosa aventura que mi amiga Palia y yo comenzamos a vivir (con el gran apoyo de hombres maravillosos y amigos entrañables, he de remarcar, quienes siempre caminan a nuestro lado) desde hace poquito más de un mes. Una aventura que nació del compromiso, del amor por redactar y compartir nuestras anécdotas, viajes, fiestas, drinks coquetones, consejos de belleza, secretitos para mantenernos guapas, tips de moda, regalitos y una que otra lección que aprendemos día a día. Ya sea profesional o personal.

Pero mi vida no termina ahí. Además de escuela, trabajo, gym y este blog que se ha convertido en uno de mis amores, hace meses que ocupo la noche y los fines de semana para estudiar y realizar tareas (insisto, no soy la Mujer Maravilla, pero es un retote estudiar un Master en un idioma y país que no es el mío).

“Pal, Pal, para. Un día tienes que descansar. Tu cuerpo va a explotar. Además, mucho ejercicio y mucha comida saludable, de vez en cuando el drink y las salidita con las amigas, el eventito o el coctel del trabajo, o.k; pero… ¿Cuándo te has tomado un día de valemadrismo? ¿Cuándo te has tomado un día en el que dejes los tacones y salgas cómoda a pasear o a tomar algo sin que el objetivo sea el trabajo, la escuela o el blog? ¿Cuándo has disfrutado como tus amigas de la escuela una tarde entre amigas sin tener que pensar en lo que vas a hacer después? ¡Tómate un día para descansar!”, fue lo que me dijo la semana antepasada por teléfono una de mis tías a las que más quiero y admiro, Elena.

Sin embargo, mi obsesión por ser una “Mujer Maravilla” no dejó escuchar a la chica que vive dentro de esta mujer que se empeña en ser de hierro. Esa chica llevaba semanas cansada y con un dolor de cabeza; malestares que escondía con 4 pastillas de Dolipran, 2 de magnesio, una de colágeno y 1 de vitaminas, por día.

“Es que si no lo hago yo, ¿quién lo hace?”, era la excusa que les daba a mis amigos y colegas del job desde la semana pasada, cuando el dolor de cabeza se acentuaba y el cansancio no me permitía concentrarme.

“¿Paloma?. ¿Estás bien?”… La voz de Sandrine, una guapa francesa que acude a la universidad conmigo, me despertó el martes pasado. ¡Sí! ¡Me había quedado dormida en plena clase de Thèories de Sciences de l’information et de la Communication… Ploc! Tres horas después, lo mismo ocurrió en la clase de Conception et Méthodologie de Projets Communicants… Oh my Dior!!! Al otro día… Pasó lo mismo, ¡manejando!

La somnolencia, el mal humor, el dolor de cabeza, de estómago y los músculos que comenzaban a reclamar descanso, seguían diciéndome que ‘algo andaba mal’. Sin embargo, no falté al gym, no falté a mis compromisos, no dejé los libros a un lado (ni las labores de casa… Porque he de confesar que soy maniática de la limpieza), y todavía redacté mi texto semanal para el diario mexicano para el que colaboro semanalmente… y me comprometí con la editora de una revista (a quien le tengo gran cariño, admiración y respeto) para redactar un textito.

¿Saben qué pasó? Mi cuerpo se enojó conmigo. Mucho, mucho, mucho. ¡Sí! Antier que me disponía a levantarme y comenzar mi día de “Superwoman”, simplemente no pude pararme de la cama. El dolor muscular no me dejaba en paz, la cabeza me daba vueltas y al pensar en tooodo lo que tenía que hacer, no podía sentir otra cosa que no fuera angustia y frustración. ¡Mi cerebro estaba a punto de explotar!

Gracias a Dior pude llamar a la doctora que me atiende aquí en Francia, Marie Claire Pizzala (¡diosa!), quien después de ponerme una regañiza y enviarme al laboratorio médico, me recetó suplementos naturales, me dio un régimen alimenticio rico en hierro y me ordenó descansar. Sinceramente, lo último no tenía que decírmelo la doctora Marie Claire. Una vez que se fue, mis ojos se cerraron y caí en un profundo, delicioso y reparador sueño. ¡No! No fui al gym. No, no fui al trabajo. No fui a la escuela (afortunadamente no tenía clase) y no escribí una sola línea para ustedes, chic@s estilos@s. Confieso que pude haber evitado todas esas faltas a mis compromisos si de vez en cuando hubiese tomado un día para mí (ahora comprendo por qué existen los fines de semana y los breaks en la universidad y en el trabajo). Pero, son las malas experiencias las que también nos dan una buena lección.

¿Saben? Después de haber descansado cómo se debe, recuperado mi sueño, les puedo decir que el día de ayer retomé mi vida cómo se debe. Solo que en esta ocasión, me di el lujo de cambiar los tacones Animal Print de Studio F que me disponía llevar a la escuela, por unas botas divinas de Steve Madden en color café, que combinaron muy bien con una chamarra de cuero (muy fancy) del mismo color y un vestido con flores otoñales en corte “A”. Mis pies lo agradecieron.

Después de todo, un día sin tacones entre semana no estuvo mal. No dejé de estar chic ni estilosa. Al contrario, mis colegas chulearon mucho el atuendo otoñal. Y lo mejor fue que me dijeron que mi semblante lucía mejor. Y es que… Confieso que sí: hay días en los que la mente y el cuerpo, dicen “¡basta!” y nos aconsejan que no está mal tomarnos esa hora de “break” para realmente descansar, convivir con los amigos, compartir un drink con ellos sin tomar la obligada foto para tuitearla… ¿Y ustedes, chicas? ¿Qué opinan? ¿Alguna vez sus hermosos pies, todo su cuerpo y sus mentes les han dado un jalón para que los dejen descansar un rato? ¡Hagan su confesión! Con o sin tacones.

Yo, mañana retomo los tacones, pero eso sí, los fines de semana, no más (a menos que vaya de fiesta, jeje). ¡Besos y cerezas energéticas! Muack!!! Por hoy, son todas las confesiones que tengo que hacer. ¡Corte y queda!

 

 

 

 

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