Posts Tagged ‘tacones de aguja’

Los amantes platónicos: encuentro tardío

«Justamente ahora, irrumpes en mi vida, con tu cuerpo exacto y ojos de asesina. Tarde como siempre, nos llega la fortuna. Tú ibas con él. Yo iba con ella.  Jugando a ser felices por desesperados. Por no aguardar los sueños. Por miedo a quedar solos»… Ricardo A. 

Dedicada a todos los que tienen una pasión carnal frustrada.

***

 

Es casi media noche. Salgo de la estación de tren Rive Droite.  Estoy exhausta tras un día de trabajo, ejercicio intenso y una noche de charla-aperitivo en un bar ubicado en el corazón de París.

Pienso en los 700 metros que debo caminar aún para llegar a casa.  Xavier  está de nuevo de viaje de trabajo. Prometió que faltan sólo dos días para su regreso. “Y no más desplazamientos largos este año, mi vida”, dijo.

Pienso en esa y otras promesas, otras palabras y halagos de «mi amor tranquilo», (quien dice que trabaja mucho para consentir a su « muñeca Barbie mexicana ») pero la estampida de personas que sale al mismo tiempo que yo de la estación me saca de mi trance. Desciendo la rampa que me lleva a la calle principal (sigo entre toda la gente que se empuja para avanzar) y entonces veo a Philippe a lo lejos al lado de su FIAT rojo. Me “escanea” con su mirar azul y se pone su saco veraniego color arena. No porta cubre bocas, hace mucho que no lo usa. Está desenmascarado. Después de todo, la ciudad «no Gótica» no conoce el rostro de mi súper héroe. Nadie sabe que mi Batman solo ha revelado su identidad a esta mujer latina.

Camino hacia mi Batman con gracia y tan rápido como mis flamantes tacones de «aguja magnética» de 10 cm de altura DKNY me lo permiten.

– Mais dis donc, tu es très fort (no, bueno, pero que audacia la tuya). Te dije que tomaba esta línea de tren para llegar a casa pero nunca dije a qué hora y… Llego y aquí estás.

– Je savais vers quelle heure tu serais là pour marcher jusqu’à chez toi… et  en plus je t’ai reconnu toute suite dans la foule. Pas difficile de reconnaître un ange en talons d’aiguille.  Et en plus dans le train qui arrive en retard, en retard, tel comme tu es arrivée dans ma vie.  (Yo sabía más o menos a qué hora llegarías a la estación para después marchar hacia tu casa. Entonces, vine y… de repente ahí estabas; te distinguí en seguida entre la masa de gente. No fue difícil de reconocerte, destacas entre todos y te mueves como un ángel en tacones. Y… además fue fácil porque venías en el tren que llega siempre en retardo. Siempre tarde, tarde, en retardo, tal como llegaste a mi vida).

– Y además de ser un “ángel en tacones”, ¿cómo me distinguiste entre “la masa”?

– La elegancia, el exotismo, ese vestido estampado de tirantes escotado en la espalda que invita al paraíso- respondió.  – ¿Subes al auto? Eso te va a evitar caminar 700 metros. Es mejor, ¿no? – dice y abre la puerta derecha de su “nave” para que yo suba.

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Un hombre sin filtros

“De tus vulnerabilidades saldrá tu fuerza”, Sigmund Freud.

Dedicada a un « Ferrari » y a todos los que aún creen en la amistad y en el amor.

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«No puedo más. Verte me hace bien, pero me hace mal. No sé explicar por qué… Et… c’est tout! (Y eso es todo). ¡Toma! Éste es el regalo del adiós», tras su discurso desconcertante, Rodrigo pone entre mis manos una pequeña caja roja, tan sofisticada como el nuevo par de zapatos que porto.

Creo que son dos segundos los que me toma abrir la cajita y observar la maravilla que se halla entre mis manos, el mismo tiempo que le ha tomado a Rod desaparecer entre el tumulto, cual David Copperfield.

Lo que minutos antes para mi era una velada glamour en una terraza cosy de Champs Elysées,  se ha convertido en una pesadilla.

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El hombre perfecto no es como los tacones perfectos

Dicen que de la vista nace el amor. Para prueba los zapatos color melón que compré hace unos días. Desde que los vi en el escaparate, me volvieron loquita, loquita. Me los medí y comprobé que mis pies  se sintieron increíbles dentro de ese par de dulcecitos color melocotón. Cuando caminé… Ufff… De lujo!!! En serio, me enamoré de ellos y me los llevé a casa. Puede ser que no sean a gusto de todo el mundo. Pero, van perfectos conmigo. Me hacen sentir bien, fashion, especial.

“¿Y con qué los vasa combinar? Nunca te he visto vestida de color melón”, fue lo que me dijo una de mis amigas cuando le mostré mis nuevos ‘dulcecitos’.

Buenoooo, pues con un vestido negro, blanco… Con un outfit que contraste. Los contrastes son lo mejor”, dije. Y de hecho, así fue. El día que usé esas linduras, fue con un vestido negro. Una combinación de la que me sentí orgullosa.

No ocurrió lo mismo con un par de zapatos que compré hace tiempo porque me encantó. Un par de sandalias con tacón de aguja con las que caminar es una proeza. Les juro… Son unas botas hermosas, de 16 cms. de altura y que llaman la atención y son la envidia de toda fashionista… Pero que no son para mí… Pues lejos de hacer una entrada espectacular al sitio al que llego cuando las uso, lo que hago es un ridículo enorme, pues me cuesta trabajo caminar. Sí, chicas, lo juro, camino como pollito astillado. Oh my Dior!!! Y siempre acabo acentuándolos y caminando descalza… yes, a pies desnudos por las calles de París.  

En cambio, mis zapatos color melón, también con tacón de aguja de 7cms de altura, superfashionistas y femeninos, son para mí la onda de las ondas. Al usarlos me siento bien, a gusto, camino cual modelo en pasarela. Muy orgullosa y muy a gusto de mi elección. Es uno de los pares de zapatos con los que me llevo incre… Son ideales para mí. ¡ME TRATAN BIEN! Los zapatos que me maltratan… Estarán geniales, pero… Sinceramente, los acabo gaurdando en un cajón… Ploc!

Ustedes se han de preguntar que por qué les hablo de zapatos y tacones y colores…. Que por qué hablo de sentirse a gusto, de sentirse mal, de sentirse orgullosa… Bien, para los que ya me conocen, no es novedad que los zapatos son una de mis grandes pasiones, más si se trata de tacones… Y para los que no lo sabían, pues se están enterando.

Y siendo  de mis grandes  placeres y pasiones como fashionista, creo que no les sonará raro si les cuento que hace poco comparé la historia de mis zapatos con el hombre perfecto.

Lamento decirles, queridas, que a diferencia de los tacones perfectos, el hombre perfecto no existe… Ploc! Todos los hombres tienen defectos, manías y cosas biennnn raritas (igual que nosotras las mujeres). Claro que todos los hombres también tienen hermosas cualidades.

Hay los que se caen de buenotes. Sí, esos hombres atléticos, poseedores de nalgas perfectas, ojos hermosos y espaldas dignas de campeonato de natación.

Hay quienes además de estar buenotes y guapos, son buenísimos en la profesión que ejercen.

Les juro: hay muchísimos tan atractivos como el guapo Christian Grey, como  Brad Pitt, como George Clooney… Hay hombres tan increíbles con las letras como lo fue Gabriel García Márquez, o tan buenos para contar historias como Xavier Velasco… ‘Hay de todo en la viña del señor’, dice el famoso dicho.

Sin embargo, nada nos garantiza que el hombre más guapo, que el hombre de mirar verde o azul, que el hombre más rico, que el más inteligente que el más nalgón, que el barbado, rubio y exitoso, que el hombre que nos vendieron nuestras amigas, nuestras madres y nuestra sociedad sea el príncipe azul… No, señoritas.

El hecho de que un hombre sea perfecto físicamente, que tenga sangre extranjera o una cuenta bancaria en cada país, no garantiza que es el que nos va a hacer felices. El príncipe azul no es precisamente aquel de ojos azules y chequera dorada en el bolsillo –claro que hay excepciones, claro que las hay-, el príncipe azul debe ser como un hermoso espejo.

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