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¡Suelta el pasado y disfruta de la vida!

«Podrías volver a despegar solo cuando te autorices a soltar esa liana que te ata a tu pasado. Necesitas realmente soltar lo que ya quedó atrás para avanzar y ver lo que está por delante», David Lefrançois

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“Ya vi que el pasado es un cero a la izquierda, solo es el futuro lo que se recuerda. Me quité lo que me pesaba. Ya me siento con fuerza”. La frase de una de mis canciones favoritas de Las Mujeres No Lloran,  último álbum de Shakira, no dejaba de dar vueltas en mi cabeza.

Era una mañana de sábado. Además de la música de Shakira, George recién perfumado y mis pensamientos eran mi compañía. Repetir y repetir la canción en el Apple Music me llevó a pensar en que la intérprete latina tiene la boca llena de razón.

Y es que, ¿cuántas veces no hemos pasado minutos, horas, días y hasta semanas enteras en pensar en el pasado? ¿Cuántas veces nos ha ocurrido que nos aferramos sin querer a reflexiones y recuerdos que lejos de ayudarnos a avanzar, intoxican nuestras almas y nos vuelven infelices?

Un botón para muestra. Hace unas semanas les contaba el caso de mi amiga Sandra. En su afán por seguir pensando en su ex Julien, ella no podía disfrutar del bonito restaurante en el que estábamos y de la hermosa vista que que teníamos. Y todo por estar pensando en su ex, quien además de haberla terminado por mensaje de texto, no había dado ninguna señal de vida. Mi amiga Sandra se perdió de degustar el delicioso plato que tenía para la cena, de admirar la iluminada pirámide de Louvre, de disfrutar del Café Marly… Es más, Sandra no se ocupó al principio de responder las llamadas de su Papá ni de escuchar mi conversación. Y todo por estar pesando en un pendejo que seguramente estaba bien contento haciendo su vida. Mi amiga sigue anclada al pasado. No suelta a su exnovio. Y eso le ha impedido avanzar y disfrutar las buenas oportunidades y momentos que la vida le ofrece cada día.

Sandra no es el único ejemplo. He de confesarles, mis bien queridos, que también he tenido mis lapsus brutus en los que una situación del pasado da vueltas en mi cabeza.

En una ocasión, fue también a causa de un ex y la forma tan cruda en la que terminó nuestra relación. Fue durante un buen tiempo que me torturé en estar pensando en esa ruptura. Pensaba en lo mejor que había tenido de esa relación. O sea, ¡pasaba mi tiempo libre a idealizarla!… a masacrarme el alma a causa del pasado. Cada que conocía a un hombre, no dejaba de compararlo a mi ex. ¿El resultado? Me daba miedo comenzar una nueva relación. Lo peor de todo era que ese ex no valía la pena. Narcisista, manipulador, abusivo, envidioso, sin escrúpulos y sin remordimientos es como hoy día yo podría describir a esa persona. Agraciadamente pude salir de ese lapsus concentrándome en lo que realmente importaba, en el presente y en continuar a materializar mis proyectos. En avanzar.

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El hombre perfecto no es como los tacones perfectos

Dicen que de la vista nace el amor. Para prueba los zapatos color melón que compré hace unos días. Desde que los vi en el escaparate, me volvieron loquita, loquita. Me los medí y comprobé que mis pies  se sintieron increíbles dentro de ese par de dulcecitos color melocotón. Cuando caminé… Ufff… De lujo!!! En serio, me enamoré de ellos y me los llevé a casa. Puede ser que no sean a gusto de todo el mundo. Pero, van perfectos conmigo. Me hacen sentir bien, fashion, especial.

“¿Y con qué los vasa combinar? Nunca te he visto vestida de color melón”, fue lo que me dijo una de mis amigas cuando le mostré mis nuevos ‘dulcecitos’.

Buenoooo, pues con un vestido negro, blanco… Con un outfit que contraste. Los contrastes son lo mejor”, dije. Y de hecho, así fue. El día que usé esas linduras, fue con un vestido negro. Una combinación de la que me sentí orgullosa.

No ocurrió lo mismo con un par de zapatos que compré hace tiempo porque me encantó. Un par de sandalias con tacón de aguja con las que caminar es una proeza. Les juro… Son unas botas hermosas, de 16 cms. de altura y que llaman la atención y son la envidia de toda fashionista… Pero que no son para mí… Pues lejos de hacer una entrada espectacular al sitio al que llego cuando las uso, lo que hago es un ridículo enorme, pues me cuesta trabajo caminar. Sí, chicas, lo juro, camino como pollito astillado. Oh my Dior!!! Y siempre acabo acentuándolos y caminando descalza… yes, a pies desnudos por las calles de París.  

En cambio, mis zapatos color melón, también con tacón de aguja de 7cms de altura, superfashionistas y femeninos, son para mí la onda de las ondas. Al usarlos me siento bien, a gusto, camino cual modelo en pasarela. Muy orgullosa y muy a gusto de mi elección. Es uno de los pares de zapatos con los que me llevo incre… Son ideales para mí. ¡ME TRATAN BIEN! Los zapatos que me maltratan… Estarán geniales, pero… Sinceramente, los acabo gaurdando en un cajón… Ploc!

Ustedes se han de preguntar que por qué les hablo de zapatos y tacones y colores…. Que por qué hablo de sentirse a gusto, de sentirse mal, de sentirse orgullosa… Bien, para los que ya me conocen, no es novedad que los zapatos son una de mis grandes pasiones, más si se trata de tacones… Y para los que no lo sabían, pues se están enterando.

Y siendo  de mis grandes  placeres y pasiones como fashionista, creo que no les sonará raro si les cuento que hace poco comparé la historia de mis zapatos con el hombre perfecto.

Lamento decirles, queridas, que a diferencia de los tacones perfectos, el hombre perfecto no existe… Ploc! Todos los hombres tienen defectos, manías y cosas biennnn raritas (igual que nosotras las mujeres). Claro que todos los hombres también tienen hermosas cualidades.

Hay los que se caen de buenotes. Sí, esos hombres atléticos, poseedores de nalgas perfectas, ojos hermosos y espaldas dignas de campeonato de natación.

Hay quienes además de estar buenotes y guapos, son buenísimos en la profesión que ejercen.

Les juro: hay muchísimos tan atractivos como el guapo Christian Grey, como  Brad Pitt, como George Clooney… Hay hombres tan increíbles con las letras como lo fue Gabriel García Márquez, o tan buenos para contar historias como Xavier Velasco… ‘Hay de todo en la viña del señor’, dice el famoso dicho.

Sin embargo, nada nos garantiza que el hombre más guapo, que el hombre de mirar verde o azul, que el hombre más rico, que el más inteligente que el más nalgón, que el barbado, rubio y exitoso, que el hombre que nos vendieron nuestras amigas, nuestras madres y nuestra sociedad sea el príncipe azul… No, señoritas.

El hecho de que un hombre sea perfecto físicamente, que tenga sangre extranjera o una cuenta bancaria en cada país, no garantiza que es el que nos va a hacer felices. El príncipe azul no es precisamente aquel de ojos azules y chequera dorada en el bolsillo –claro que hay excepciones, claro que las hay-, el príncipe azul debe ser como un hermoso espejo.

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