“Tu es trop belle, mais vraiment tropp belle”… Depuis quand tu es en France? C’est pas trop dur le français? Et pour quoi la France?”… Algún parecido con la realidad, NO es una coincidencia.
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«Tan, tan, tan, tarara… Tan, tan, tan, tarará… Iba yo montado en el autobús, arrebusnao en mi silla, viendo la vida pasarrrr… por la ventaniiiiilla. Una gota de cristal… ¡Ohhhh, ma-má!, como anunciando la lluvia… Gritos de perros, que infernal. Ohhhhh, mamááá. Es la ciudad con su buya »…
La canción de Óscar de León suena fuertísima en el club de baile en el que me encuentro enfundada en un vestido corto/plisado y con uno de mis pares de tacones de de aguja preferidos. Después de pensarlo mucho, he aceptado la propuesta de un chico que desde hace un rato no deja de lucirse en la pista. Además de saberse buen bailarín, pareciera que se siente un casanova.
“Déjame decirte que estás guapísima, realmente guapísima… ¿Hace mucho que estás en Francia?… ¿De vacaciones o por el trabajo? ¿Casada con un francés?… ¿Por qué elegiste la Francia para vivir? ¿Latina?… ¿Vamos a mi depa al final de la velada? ”…
Elías no pierde ni un segundo y lanza todas la frases una vez que logró sacarme a bailar. Estamos en un sitio ubicado en una de las calles de Montparnasse. La Pachanga, se llama el antro en el que los amazonas del baile se dejan ver.
Elías ha comenzado con el “tu es trop belle” (estás guapísima) para después preguntarme si hace mucho que vivo en Francia o que si solo estoy de vacaciones en París… Cuando le confieso que soy latina, asegura que soy colombiana. Y que le doy un aire a Shakira. Siempre me habla en inglés. Fuera del repetitivo « tu es trooop belle”, no hay otra frase que Elías lance en francés ni en español.
(« Hasta que me sacóde mi ensimismación el aroma sensual de fina loción. Y es que a mi lado se vino a sentar una chica de pe-lo ma-rrón, eh!!! »).
“Mexicana”, digo orgullosa, en el momento en el que me toma del talle y me hace girar rápidamente. . “La chica del pelo marrón” es la pieza que bailamos.
Una vez que Elías ha confirmado que soy latina, vuelve al asecho. Me pregunta en qué parte de la Isla de Francia vivo. Cuando le respondo que es en Versailles se queda atónito. Me dice que debo venir de una familia de narcos o estar casada con un francés pudiente y moldeable para vivir en la colonia en la que vivo y poder salir sola a bailar.