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Amores platónicos… amores eternos

“Todo el día solamente pienso en él, y segura estoy que ya lo ha de saber… Mis amigas juran que esto no es normal, que es un sueño lejos de la realidad. Ando en otro mundo no tengo coco ni para estudiar… Es cuestión de tiempo, ¡yo se que un día tú mío serás!”…

Aunque lo parece, no se trata de una declaración de amor… Buenooo, casi… Es una canción. “Corazón” es el título. #laniñacursi Si reconocen la letra es porque conocieron a la cantante mexicana Lynda. Una chica espigada, de cabellos largos  y voz lindísima que arrasaba con su fama y su música cuando yo era adolescente y comenzaba el bachillerato.

La Pal de ese entonces no usaba tacones de 12 centímetros de altura. Mucho menos tacones de Animal Print. Más bien usaba Convers… Tampoco se alaciaba el cabello. ¡No! Tampoco pesaba 48 kilos. Más bien era llenita, llenita y nunca faltaba a sus clases. Era una alumna ejemplar y se traumaba si no sacaba 10 en alguna materia.

Sí. Perfeccionista con la escuela (y hay cosas que conservo. ¡Muchas! Me sigo traumando cuando algo no me sale bien. Creo que soy muy exigente conmigo misma) y ¡supertímida! Oh my Dior! #fuertesdeclaraciones

Tan, pero tan tímida que solo tenía dos amigas: Daysi y Anahí. Ambas superdelgadas y blancas, blancas, como la leche.

Daysi, Anahí y yo éramos inseparables. Desde el primer día de clases, comencé a hablar con ellas y ambas se volvieron mis amigas entrañables (aún guardo contacto con ambas y las quiero muchísimo, pese a que cada una de nosotras vive en un país diferente y no hablemos diario).

Aunque también eran tímidas, mis dos amigas hablaban un poquito más con el resto de nuestro grupo de primer semestre de bachillerato. Digo, ellas se saludaban con algunas personas (eso ya era ganancia porque yo… ni eso. ¡Les juroooo! ¡Yo era tan tímida que no me atrevía a saludar a nadie aparte de Daysi y Anahí… OK, sí, a los profesores. Esos sí, todos me conocían. Ploc!).

Pues esta chaparrita de 1.62 m y 48 kilos… ¡No! En serio. Yo no hablaba con nadie, aparte de los profesores, Daysi y Anahí… Ellas eran mis confidentes, mis consejeras, mis compañeras. Mi confianza la depositaba en ellas. Les contaba todo. Ellas fueron (claro) las primeras en saber que yo me moría por un chico de sexto semestre, a quién llamaré ‘Arturo Torres’.

Bueno, pues Arturo Torres era lo contrario a Paloma López. Alto, delgado, malísimo estudiante (muy inteligente, pero la escuela le valía), jugador de futbol americano y sociable. Sí. Arturo Torres siempre estaba rodeado de amigas y amigos. Se vestía súper chic (para mi gusto) y usaba el cabello largo. ¡Cuando lo vi por primera vez me volví loquita!

“No es tan guapo, pero tiene un no sé qué”, fue lo que les dije a mis amigas la primera vez que me atreví a señalárselos y a confesarles que me gustaba alguien de la escuela.

“No es tan guapo, pero tiene un no-sé-qué. Y me pongo roja si me llega a ver… Siempre me aparezco por casualidad donde me diga que tú vas a estar”, comenzó a cantar mi amiga Daysi.

  • ¡Cierto! Es arase está en una estrofa de la canción de Lynda- dije mientras sentía como se teñían de rojo mis mejillas.

“¡Ay, ya, Paloma, vamos a hablarle!”, era lo que siempre me decía mi amiga Daysi, la menos tímida de todas, cada que veíamos a quien desde ese día le pusimos como sobre nombre “el guapo”.

Y es que desde el día de mi confesión, Ni mis amigas ni yo dejamos de seguirlo con la mirada. Cada que teníamos un descanso entre clases nos íbamos a parar al patio, justo frente a la jardinera en al que él y sus amigos se la pasaba casi toooda la tarde. ¡Diario! #balconazo #sinperdóndeDior

Era ya un ritual. Así. Les juro. Hora de break y “vamos a ver al guapo” era la frase que si no salía de la boca de Ana, salía de la de Day o de la mía.

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