El verdadero amor no caduca

Él siempre está conmigo. En los mejores momentos, en los peores, en el aprendizaje, en los triunfos, cuando todo sale mal 😔, cuando todo sale bien ☺️, en los días de lágrimas, en los días de risa, en la salud, en la enfermedad, en los días de vacas ‘gordas’, en los días de vacas ‘anoréxicas’, en el día a día y no solo en su día. 

🍒🍒🍒

 

“Estoy cansada de buscar el amor. Cansada de encontrarlo y que después todo se haga añicos. Ninguna, ninguna de mis relaciones de amor ha durado nada. El amor no existe”, fue la primera frase que me dijo mi amiga peruana Sandra una vez que respondí a su llamada telefónica.

No tomé a mal el hecho de que mi amiga ni siquiera había utilizado un “hola” para iniciar la conversación, después de todo, se sentía triste, acababa de terminar con su novio francés, con quien había vivido durante algunos años. Estaba inconsolable, triste, en cólera, llena de rabia, de decepción, de desilusión, de desesperanza… En fin, todos los estados de ánimo de color gris la invadían.

Traté de calmarla y le propuse que nos viéramos en el Café Marly después del trabajo, ubicado en el corazón de Tuileries bajo las arcadas de Louvre, (lugar único e icónico de París ligado a la cultura y el lujo).

Una vez que nos encontramos en el café-brasserie que encarna el alma de Beaumarly, pedimos dos Spritz y… mi amiga comenzó  a contarme lo que había sido la “última temporada” de su tormentosa relación. Nada le importó que tuviésemos una de las mejores mesas de la terraza, con la mejor vista a la pirámide del Louvre, ella se concentraba en su dolor y en decir que “el amor de un hombre hacia una mujer no existe”.

– ¡Claro que sí existe. Solo que ahora estás decepcionada, pero verás que van a llegar a tu vida otros hombres, otros amores. Como dicen por ahí: “todo es ensayo y error”… hasta que lo bueno realmente llega.

-Tú lo dices porque tú vida es perfecta, Pal. Y en el amor, estoy segura que aunque no lo digas, Xavier es el hombre ideal, ambos se complementan.

-Creo que nadie tiene la vida perfecta. Ni siquiera Shakira. Pero, creo que el amor sí existe- insistí – tú misma lo has dicho, Xav y yo a veces nos enojamos. Ni yo soy una pera en dulce y él está muyyy lejos de ser un ángel. Pero, es verdad que hay un “no sé qué” muy fuerte entre nosotros.

Sandra se secó las lágrimas, sacó su teléfono portable para ver si Julien le había escrito para pedirle que regresaran o de menos para recrear contacto… Nada. Ninguna iniciativa madura y sería de la parte del tipito.

Decepcionada, Sandra pidió otro cóctel y a tanta insistencia, la acompañé con una copa de rosado.

-¿Ves? Ni un mensaje, nada, cero, me está ignorando para que yo lo busqué- me dijo mi amiga – a veces me envía mensajes intermitentes y a veces me ignora por días.

-¿Y tú crees que ésa es una persona que te quiere? Ni siquiera tiene el mínimo sindical de educación. Eso ya fue, ya caducó. El pobre tipo no sabe ni comportarse. Medítalo. Mírate al espejo y reclama siempre lo mejor para ti, tú no estás para tipos de “medio pelo”, como decimos en México. Va a llegar el bueno. Pero suelta a ese inmaduro. Avanza. Ninguna historia es igual a otra. Recuerda que en el universo nada se repite, más bien se evoluciona, se camina hacia delante – le dije, sin filtros y ya con mi copa  de Minuty Prestige a más de la mitad.

Mi iPhone, el cuál estaba en modo de silencio se alumbró para recordarme que tenía algunas llamadas perdidas y dos mensajes. Dos llamadas eran de Papá y dos de Xavier. Un mensaje de cada uno.

Sandrita miró disimuladamente mi teléfono portable, pero no preguntó nada. Ordenamos algo de comer para compensa los (drinks que comenzaban a hacer efecto). La luz de la pirámide de Louvre también comenzó a iluminarse. Mi amiga comenzó a llorar… Más bien a berrear. Su teléfono se iluminó tal como se había iluminado el mío minutos antes, tal como se había iluminado la pirámide de Louvre y las columnas del legendario museo y café-brasserie.

-Ay, yo también tengo una llamada perdida de mi papá, me dijo – luego le marco. Está preocupado por mi situación.

-Márcale, le dije- Anda, Ve a la sala de adentro del restaurante y márcale.

-¿Para qué le voy a marcar? ¿Para decirle que mi relación valió madres, que el amor verdadero no existe?

El mesero llegó con nuestras cenas y el tercer drink de mi amiga. Ella seguía en el llanto y el drama sin parar. Mi teléfono se volvió a iluminar para notificarme otra llamada perdida de mi Papá (quién estaba preocupado porque no habíamos podido hablar como lo hacíamos todos los viernes desde que vivo del otro lado del Atlántico).

-El amor verdadero, el amor sin condiciones no existe, Pal. Tú eres un caso entre millones, porque el amor franco y eterno de un hombre hacia una mujer no existe.

-¡Qué sí, sí existe! – respondí con la poca paciencia que me quedaba.

-A ver, estoy de acuerdo que con una pareja nunca se sabe… pero es que en general el amor no existe… O, a ver, dame un ejemplo de un amor verdadero, sin condiciones y eterno que sí exista- me retó mientras comenzaba a picotear su plato de pastas a la trufa con milanesa.

– Además del amor propio, el amor más puro, el más verdadero y el más sincero que existe entre un hombre y una mujer es el de un Padre hacía su hija. Ese amor NO tiene caducidad- disparé.

Mi amiga quedó en shock.

“Pal. Eso es cierto”, asumió Sandra. Después, volteó a mirar su teléfono. Le hice una seña para decirle que me ausentaba de la mesa por un momento y me levanté de mi asiento para ir a la sala interior del restaurante y llamar a Miguel Ángel, mi Papá de amor. ❤️🍒🍒

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