« El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman ». Carl Jung
Dedicada a mis queridos desesperados, quienes no han aprendido que para amar hay que empezar por preservar el amor propio.
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« Mi cama es demasiado grande sin ti »…
Borro el iMessage de AlFredo y me detesto por haber dejado mi iPhone encendido.
… « ¡Bravo! ¡Bravo AlFredo! Mas de 1000 lunas llenas han pasado y sigues haciendo tus apariciones cuál fantasma en casa encantada… y en plena madrugada», me digo irónicamente cuándo veo que han pasado una, dos, très horas y sigo sin conciliar el sueño interrumpido a causa del mensaje.
«Son ya las 3:30am y reunión dentro de 5 horas en la oficina.. pfff… bordel!!! », me digo, tras repasar en mi mente el planning de la cargada semana que me espera.
Me levanto de golpe, aviento el edredón y el frío me invade… mi haut de seda negra hasta un poco debajo del ombligo y la pequeña culotte del mismo color no fueron buena elección para esta noche que anuncia que el verano ya se halla en el umbral del ocaso.
Salgo de puntitas a la cocina y tras empinarme la botella helada de Agua Evian me siento en el piso , frío, abro el congelador y como desesperada saco uno de los botes de helado que Dino y yo compramos hace una semana en la épicerie italiana de la colonia.
Ataco con la pequeña cuchara el helado con pistaches del Medio Oriente … una, dos, tres cucharadas. « Comiendo frío, ataco al frío », me digo.
Me levanto del piso y me dirijo, otra vez de puntitas a la entrada del apartamento. Enciendo la calefacción, que en un dos por tres comienza a hacer efecto… 20 grados centígrados… ahora tengo calor. Mucho calor. Regreso a la cocina para volver a atacar mi helado. No culpabilizo a la cuarta ni a la quinta cucharadita de mi delicia italiana que degusto sin pudor. Regreso el bote al congelador y saco un cubo de hielo que me paso por el cuello, lo meto debajo de mí haut negro de seda y me lo paso por el escote. Uso mi pie derecho para esconder el dulce pecado.
Apago la luz y camino hasta mi habitación donde me tumbo en la cama y me vuelvo a cubrir con mi edredón blanco. Es ahí dónde termino de derretir el hielo. Lo paso por mis muslos, mis pantorrillas calientes…
Miro el lado derecho de mi cama. Y pienso que en algún lugar, alguien más, que no es Fredo, mira el lado izquierdo de su cama y piensa que en algún lugar, yo miro el lado derecho de mi cama.
Pienso en la magia del universo. Alabo en silencio en Carl Jung y a su teoría de la sincronicidad.
Entonces concluyo que la doctora Smilovichi tiene razón. EL AMOR ES COINCIDIR EN AMOR, EN TIEMPO, EN DESEO, EN COMPROMISO, COMPLICIDAD Y VALENTÍA.
Y se necesita mucho amor propio para abrirle paso al amor, para amar y dejarse amar. Para abrirse a la aventura de conocerse, de comprometerse, a no defraudar la maravilla de encontrarse.
Vuelvo a mirar el lado derecho de mi cama. Vacío. Xavier está nuevamente de viaje… Mis pensamientos luchan contra el sueño, quien acaba por vencer la batalla.
Caigo en los torneados brazos de Morfeo, quien me recibe gustoso, me dice que todo está bien y me confirma que el amor es coincidir. Que el amor es compromiso.
¡Besos y cerezas!
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