Dedicada a todos los que tienen una pasión carnal frustrada.
***
Es casi media noche. Salgo de la estación de tren Rive Droite. Estoy exhausta tras un día de trabajo, ejercicio intenso y una noche de charla-aperitivo en un bar ubicado en el corazón de París.
Pienso en los 700 metros que debo caminar aún para llegar a casa. Xavier está de nuevo de viaje de trabajo. Prometió que faltan sólo dos días para su regreso. “Y no más desplazamientos largos este año, mi vida”, dijo.
Pienso en esa y otras promesas, otras palabras y halagos de «mi amor tranquilo», (quien dice que trabaja mucho para consentir a su « muñeca Barbie mexicana ») pero la estampida de personas que sale al mismo tiempo que yo de la estación me saca de mi trance. Desciendo la rampa que me lleva a la calle principal (sigo entre toda la gente que se empuja para avanzar) y entonces veo a Philippe a lo lejos al lado de su FIAT rojo. Me “escanea” con su mirar azul y se pone su saco veraniego color arena. No porta cubre bocas, hace mucho que no lo usa. Está desenmascarado. Después de todo, la ciudad «no Gótica» no conoce el rostro de mi súper héroe. Nadie sabe que mi Batman solo ha revelado su identidad a esta mujer latina.
Camino hacia mi Batman con gracia y tan rápido como mis flamantes tacones de «aguja magnética» de 10 cm de altura DKNY me lo permiten.
– Mais dis donc, tu es très fort (no, bueno, pero que audacia la tuya). Te dije que tomaba esta línea de tren para llegar a casa pero nunca dije a qué hora y… Llego y aquí estás.
– Je savais vers quelle heure tu serais là pour marcher jusqu’à chez toi… et en plus je t’ai reconnu toute suite dans la foule. Pas difficile de reconnaître un ange en talons d’aiguille. Et en plus dans le train qui arrive en retard, en retard, tel comme tu es arrivée dans ma vie. (Yo sabía más o menos a qué hora llegarías a la estación para después marchar hacia tu casa. Entonces, vine y… de repente ahí estabas; te distinguí en seguida entre la masa de gente. No fue difícil de reconocerte, destacas entre todos y te mueves como un ángel en tacones. Y… además fue fácil porque venías en el tren que llega siempre en retardo. Siempre tarde, tarde, en retardo, tal como llegaste a mi vida).
– Y además de ser un “ángel en tacones”, ¿cómo me distinguiste entre “la masa”?
– La elegancia, el exotismo, ese vestido estampado de tirantes escotado en la espalda que invita al paraíso- respondió. – ¿Subes al auto? Eso te va a evitar caminar 700 metros. Es mejor, ¿no? – dice y abre la puerta derecha de su “nave” para que yo suba.
– Quieres ir este viernes a la Ópera Garnier a ver una pieza que no es del gusto de todos los hombres pero que es muy clínica y que invita al psycoanálisis? – le digo una vez que estoy abordo de su FIAT rojo cereza.
– Seguro- me responde sin dudar.
En menos de 5 minutos llegamos a la puerta de mi casa y pienso en Xav con remordimiento y nostalgia.
– ¿Philippe? – le digo a mi Batman, quien es 22 años mayor que yo.
-Oui, Paloma ? (Sí, Paloma?)
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Oui – dice.
– Comment tu sais quand tu es vraiment important pour quelqu’un et c’est pas que du baratin? En ce moment je suis perdue. (¿Cómo es possible de saber cuando eres realmente eres importante para una persona y no te está llevando al baile solo con promesas que desaparecen como estrellas fugaces? En este momento me siento perdida)- le pregunto.
– Quand tu ne te poses pas la question – me responde con un tono paternal. (Lo sabes cuando precisamente no necesitas hacerte esta pregunta).
Su respuesta me deja atónita, pues es perfecta, exacta. Quedó estática casi un minuto e imágenes de Xavier y Batman giran en mi mente como caballos en carrusel. « Stop », me digo.
– OK, Pehilippe, me voy porque mañana tengo un día pesado.
Batman sale de su auto. Me apresuro a abrir la puerta cuando veo que él ya está haciendo lo propio, como buen gentleman, para ayudarme a salir de su máquina italiana rojo cereza.
Batman (Philippe) me deja en el hall del sitio donde vivo.
Acto seguido, cuál ilusionista, saca de la bolsa interna de su saco color arena un sobre y me lo extiende (alcanzo a ver sus abdominales ejercitados a causa de su camisa un poco desabotonada). Abro el sobre y quedo atónita:
– ¡Dos tickets para El lago de los cisnes! ¿Cómo sabías antes de que te lo propusiera?
– Yo siempre la escucho, Mademoiselle. Y sabía que querías ir al estreno. Nos vemos este viernes a las 19H00 si tu ‘Mister celoso’ no ha regresado».
Mi “animal nocturno” se acerca para despedirse y cuando sus labios están a punto de rozarse con los mios, lo evito. Una serie de sensaciones y recuerdos invaden mi mente nuevamente. Pienso en aquella noche de besos y caricias llenas de ternura y pasión que tuvimos en la habitación blanca. Pienso en la noche en la que «viajamos» en un ascensor a las 3 am hasta quedar casi desnudos. Pienso en la primera vez que se cruzaron nuestras miradas en la Rue Rivoli, pienso en nuestro primer Spritz Saint-Germain juntos. Pienso en cada ocasión que antes de terminar en la cama, el remordimiento y la prudencia nos ganan.
También pienso en los momentos de charlas complejas que hemos tenido en secreto y en nuestras escapadas de unas horas en las que siempre la prudencia y la responsabilidad conyugal terminan por ganarle la batalla al deseo mutuo que sentimos.
Mi teléfono portable comienza a vibrar y es entonces cuando pienso (de nuevo) en mi pareja.
– ¿Es él ? – pregunta Batman.
– Sí- respondo.
-Él también es audaz. Ni en viaje de trabajo deja sola a su belleza.
Batman desciende su boca hasta llegar a mi hombro derecho desnudo y darme un tímido beso, antes de hacer lo mismo con mi omoplato del mismo lado. No le ha costado trabajo, pues el corte de mi vestido veraniego se presta para su osadía.
-Me tengo que ir – le digo antes de perderme en el hall para tomar el ascensor y llegar a casa.
-Se te da bien la profesión de escapista – dice.
Una vez que entro a casa me asomo por la ventana de la habitación blanca y veo a Batman en la acera de enfrente. Me envía un beso y yo le muestro el sobre que me ha ofertado. Tomo el control remoto de la ventana y cierro las persianas.
Me tumbo en la cama y mi teléfono comienza a sonar. Veo en la pantalla el nombre de Xav, mi amor tranquilo». Volteo el teléfono y pienso en Batman, en el Lago de los cisnes y sobre todo pienso que mi hombre desenmascarado tiene razón : sabemos que somos importantes para una persona, cuando ni siquiera nos pasa por la cabeza cuestionarnos sobre si lo somos o no.
El téléfono sigue sonando. Xav me ha dejado un mensaje de voz para anunciarme que en su afán de reatraparse de su ausencia a causa de su viaje de trabajo, regresa viernes por la mañana y tiene una sorpresa para esa noche: boletos para El lago de los cisnes y después una reservación para cenar en Madame Le Rêve. Inhalo, exhalo y me dan ganas de apagar mi iPhone. “¡Pu-tí-si-ma y se casó de blanco!”, grito.
Vuelvo a ver mi sobre con mis tickets y pienso de nuevo en las mujeres y en los hombres que experimentan esos deseos y amores frustrados, a esos mujeres y hombres que viven fantaseando con la persona que llegó a su vida “tarde”. Todo sea por seguir la regla de “no causar daños a terceros”.
Enciendo mi celular y envío un mensaje a Philippe en el que parafraseo a un cantante.
“Quizás en otra vida… Quizás en otras muertes… Pues nos encontramos tarde”. Aunque hay quienes dicen, que nunca es tarde… (A suivre!)…
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